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Voces de mormones trans

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February 1, 2017

Un número cada vez más grande de estados están legislando lo que se conoce como «La ley de baños», que obliga a los individuos que vayan a un baño público a usar el baño público que corresponde a su género asignado al nacer. Recientemente un número de iglesias (incluida la Iglesia SUD) ha enviado un amicus curiae en este caso que determinará si las instituciones educativas pueden o no forzar a los estudiantes a usar el baño que corresponde a su género asignado al nacer. Hemos pedido a algunos miembros de Afirmación que compartan sus pensamientos y sus experiencias relacionadas al uso de las instalaciones públicas.

Emmett Claren

He sabido que soy trans desde que era un niño pequeño. No conocía la palabra «transgénero» todavía, pero sabía que era un chico en un cuerpo que no reflejaba quién era yo por dentro.

El darme cuenta de lo que soy y que necesitaba transicionar sucedió cuando tenía 21 años. Estaba deprimido, me sentía con ganas de poner fin a mi vida, y luchaba para encontrar la voluntad para seguir viviendo. Desde que empecé la transición, hace un poco más de un año atrás, nunca me he sentido tan feliz y mi salud emocional es un millón de veces mejor. Pero no ha sido fácil, y sé que nunca lo será.

Actualmente no tengo permitido usar ningún baño público de mi capilla. Es tan difícil concentrarse en el Espíritu cuando todo lo que puedes pensar es que necesitas ir al baño. Tampoco uso los baños públicos, si puedo evitarlo. No porque son asquerosos y usualmente no son muy limpios, sino porque estoy asustado. Asustado de que voy a entrar al baño y no voy a salir… vivo. Temo por mi vida cada vez que entro solo, y otro hombre viene y espera para usar el cubículo. ¿Qué sucederá si me escucha y no sueno como un hombre orinando? ¿Qué sucederá si se da cuenta que soy trans? ¿Me reconocerá por mis fotos o mis videos, y entonces decidirá darme una paliza? ¿Qué haré si hay un montón de urinarios libres, pero una cola para usar los cubículos? Espero. Y espero. Y espero. O me voy para buscar otro lugar para ir. Hacer algo que es una cosa humana y natural es ahora una cosa aterradora, abrumadora, y estresante.

No voy a ir allí a espiar a las personas. Simplenente quiero orinar e irme. Y también mis colegas trans, hermanos y hermanas. Espero que un día, las personas solamente me vean por lo que soy. No por las partes de mi cuerpo con las que he nacido. Porque esas partes nunca me han definido. Mi alma me define.

Augustus Crosby

Cuando ando por ahí y alguien menciona  la «ley de baños» o «transgénero» me da gracia. Si ellos solamente entendieron la historia de la persona en frente de ellos, ellos definitivamente no mencionarían las cosas que dicen.

Soy muy abierto online acerca de ser una persona transgénero, pero cuando estoy fuera, en mi vida diaria, no hablo mucho de ello porque estoy asustado y bastante seguido me encuentro con personas que no están preparadas para escucharlo. Escribo esto para las personas que sí están preparadas.

Tú has conocido una persona trans antes. Tú has estado, en algún momento de tu vida, compartiendo un baño con ellos. Muchos solamente quieren ser uno más, y no hacer un gran problema del injusto trato que recibimos, por miedo de ser heridos, tanto físicamente como emocionalmente.

El camino de la transición es extremadamente duro, pero al punto que alguien decide transicionar, los pros son mayores que los contra. Estamos buscando la felicidad. Sentirme un extraño en mi cuerpo y luchar contra la disforia cuando vivía como mujer me llevó al punto de sentir la vida insoportable y traté de suicidarme en muchas maneras a través de los años. Sentirse de esta manera te resta de vivir plenamente como persona; muchos tratan de entumecer la depresión en varias formas, como yo lo hice con mi desorden alimenticio. Aparte de todos estos sentimientos internos, tenemos alrededor personas diciéndonos que somos sucios, y esencialmente no merecemos el derecho de buscar la felicidad. No es de extrañar que tengamos un gran porcentaje de suicidios, mucho de nosotros no tenemos apoyo en esta búsqueda.

Además de invalidar nuestra identidad, la mencionada «ley de baños» ponen a las mujeres trans en riesgo de ser atacadas. Ellos fuerzan a los varones trans —¡sí, nosotros existimos!— a entrar a los baños de damas. Un hombre transgénero con toda su barba, músculos y una voz grave, por causa del tratamiento con hormonas solamente, se vería realmente fuera de lugar que la típica persona que se identifica como mujer. Algunas personas cisgénero pueden ser erróneamente señaladas como del otro género, y así causar un montón de interacciones negativas, innecesarias demandas y sentimientos heridos.

Otra consecuencia que no ha sido tomada en cuenta es que los niños pequeños no pueden ir al baño con sus padres del sexo opuesto. Debería decir que un niño solo en el baño conlleva mayor riesgo de ser lastimado que un/a niño/a con su padre/madre. Como los niños carecen de características sexuales secundarias, entonces no se puede detectar a un niño transgénero a menos que le mires directamente a los genitales.

Esta «ley de baños» asume que el sexo es binario, y no lo es. Las personas intersexuales existen, pero ellas no están reconocidas en la vasta mayoría de estas leyes. Si tú dices que ellos deberían ir al baño que corresponda a su identificación, debería decirte que en un montón de estados, eso puede ser fácilmente cambiado y que a algunos accidentalemente se le cambió, porque el empleado de la oficina de registro de conductores lo vio como masculino, cuando estaba a cuatro meses del tratamiento de reemplazo de hormonas. Algunos no tienen todos sus documentos cambiados, lo que significa que algunos identifican a la persona como «masculino» y otros como «femeninos».

Toda la discusión a favor de «la ley de baños» está basada en miedos. Por favor, notomes en cuenta estas emociones, especialmente el miedo, y verás que son muy pocos los casos que están siendo usados para apoyar estas leyes que están a favor de la lógica, el humanismo y la compasión.

Sara Jade Woodhouse

Fue en el verano del 2005, mientras trabajaba en el colegio de la Comunidad de Salt Lake. Había transicionado desde los primeros meses del otoño del 2004.

Me había separado recientemente, seis meses en tratamiento hormonal y literalemente sola. Había llegado temprano a mi clase donde enseñaba Películas, como siempre lo hice, y estaba hablando casualmente con mis estudiantes. Cosas que se hacen naturalmente, supongo. Mientras estaba preparando todo para empezar mi clase, una persona se paró en la puerta de mi salón. Me preguntó si podía hablar conmigo y, mientras caminaba hacia él, lo supe. Cuando me acerqué se identificó como policía y me pidió que lo siguiera. No estaba segura de qué sucedía, y temía que tuviera que ver con algún miembro de mi familia, lo seguí a la oficina que la policía tenía en el campus.

Cuando llegamos a la oficina y estaba sentada, el oficial dijo: «Estoy seguro que sabe por qué está aquí». Respondí: «No, no lo sé». Procedió a decirme que había habido quejas de los estudiantes y el personal en el edificio que había un hombre usando el baño de mujeres y espiando a las mujeres que estaban usando el baño en ese momento. Dijo que yo correspondía en la descripción.

No supe qué decir. Estaba asombrada, me senté en silencio mientras me preguntó por qué querría «hacer» lo que estaba «haciendo». Confundida, le pregunté a qué se refería. Dijo: «¿Por qué querría yo pretender que era una mujer?» Le dije que no estaba pretendiendo. Le dije que yo era una mujer, que había nacido en el cuerpo equivocado y que solamente estaba tratando de vivir mi vida. Le dije que si yo quisiera espiar a alguien desnudo en el baño lo habría hecho cuando estaba casada. Le dije que todo lo que quería hacer cuando iba al baño era usarlo y salir.

Después de escuchar todas sus preguntas y opiniones acerca de mí, finalmente dije: «Quizá debo contratar un abogado». Él dijo que no pensaba que fueran a presentarse ningún cargo en contra mío, pero que era mejor si usaba el baño unisex que estaba al otro lado del campus de ese momento en adelante. Con lo que fui despedida y volví a mi salón a enseñar.

Este incidente me dejó aterrorizada y deprimida. Esa noche me tendí en mi cama y lloré. Estaba sola. No había nadie en quién pudiera confiar. ¿Qué iba a hacer? Por los próximos meses usé el baño unisex al otro lado del campus. No me atreví a hacer ninguna otra cosa. Una noche, mientras estaba enseñando en otro campus —que no tenía baño unisex—, llegué a mi límite. Necesitaba el baño y maldita sea si tenía que volver a mi casa para orinar y entonces de vuelta a la escuela y esperar que no estuviera tarde para mi clase. Entré en el baño de damas. Nadié movió una pestaña. Y cuando salí no estaba la policía para llevarme presa.

Decidí entonces y en ese lugar que tenía el derecho de usar el baño de damas como cualquier otra mujer. Pensé acerca de los primeros años del siglo pasado y cómo los afroamericanos eran forzados a usar baños separados. Cómo los hacían sentir inferiores y cómo habían sido discriminados. Me inspiré en ellos y encontré una fuerza nueva. Nunca volvería a cruzar el campus para usar el baño unisex, ni esperaría a llegar a casa o viviría con miedo a usar el baño público.

Un tiempo después encontré a otras personas transexules, como yo. Una organización entera de nosotros. Y, con el poder sumado de muchos, espero poder ser capaz de pasar la misma fuerza a otros que todavía viven con miedo.

Sam Beach

Primero un poco de mí, soy un varón trans y tengo 34 años. También soy mormón. Vivo en la parte norte de la ciudad de Nueva York.

Ahora, para contestar la pregunta que me han hecho varias veces en mi vida, ¿qué baño público uso? La respuesta es corta, uso ambos. Depende de la situación y de dónde estoy. Es una cuestión de seguridad, o quizás solamente una cuestión de opinión en cada caso. Los domingos en la Iglesia uso el baño de damas por respeto a las personas de mi rama. Uso el baño de hombres en mi trabajo, en el supermercado y generalmente cuando estoy en cualquier otro lugar. No siempre paso como hombre, pero uso el baño con el que me siento más cómodo.

Soy biológimanete femenino. Si uso el baño que se vea más apropiado con mi sexo biológico, entonces debería usar el baño de damas. Que es donde he tenido la mayor parte de problemas. Mientras no siempre paso como hombre, aparentemente no siempre paso como mujer, tampoco. Me han dicho que estaba en el baño equivocado. Me han señalado el baño de hombres al otro lado del vestíbulo. Los niños le dicen a su madre que hay un hombre en el baño de las niñas. Me han dado miradas de confusión, incluso de disgusto. Mientras, generalmente, los hombres no prestan demasiada atención a los demás ocupantes del baño, las mujeres lo hacen. Me han gritado e insultado en el baño de mujeres. Mientras no he tenido problemas en el baño de hombres, mi seguridad se puso en peligro en el baño de damas.

Tengo suerte de vivir en un estado donde no tenemos leyes de baños. No hay leyes diciéndonos qué baño debemos usar. Esto significa que puedo elegir qué baño usar, o si uso uno mientras estoy fuera. Estoy agradecido de tener opción. No todo el mundo es así de afortunado.

Esto no es solamente una cuestión de baños. Es la vida diaria. Es ser identificado correctamente, es tener tu nombre, tus pronombres dichos respetuosamente. Es ser capaz de ir a una tienda y ser tratado con respecto. Es tener permitido ser tú mismo. Me confunden el género casi cada día. Eso me desanima, a veces. Pero, generalmente, tengo permitido ser yo mismo. Tengo el privilegio de ser un varón trans quien ha sido aceptado por mi madre, mis amigos, y mi rama. Por eso soy bendecido.

Alex Florence

Hace cinco años que empecé mi transición. Através de el asombroso milagro de la segunda pubertad, he tenido la oportunidad de ver mi barba crecer, perder algunos cabellos en mi cabeza y desarrollar más vello corporal del que pensé que sería posible. Mi voz se hizo más grave, mi cara se volvió un poco más angulosa.

He sido muy afortunado de poder usar el baño del género con el que me identifico. No ha sido fácil encontrar la confianza de usar el susodicho baño. Cuando era solamente un niño sentía ansiedad por usar baños públicos, y también, pasé varios años sintiéndome inseguro acerca de si estaba actuando igual que los demás hombres, aprendiendo el código masculino de las instalaciones públicas y preguntándome si, cuando usaba el cubículo, otros hombres lo notaban. Para decir la verdad, tuve un compañero de trabajo preocupado por mis hábitos de «usar el cubículo». Afortunadamente, mi superior tomó cartas en el asunto y ya no me molestó más.

El hecho que haya una legislación que podría prevenir que pueda ir al baño de mi género —el género que es mi alma— me hace enojar. ¿Por qué hay gente preocupada por lo que pueda estar haciendo detrás de la puerta de mi cubículo? La curiosidad es una característica humana, pero esto está llevado al extremo. Las personas que tienen miedo que con decir «soy transgénero» sea suficiente para tener el acceso al baño del sexo opuesto es, en mi opinión, inverosímil. Por otro lado, si fuera forzado a usar el baño del género que está anotado en mi certificado de nacimiento, ¿no se vería extraño ver una persona que se ve masculina entrar en el baño de las mujeres? Esto podría crear peligrosas situaciones cuando las mujeres están en una posición bastante vulnerable.

Yo no sé acerca de ustedes, pero cuando voy al baño, tengo una sola cosa en mi mente. Aliviarme de la Coca Cola Diet que acabo de tomarme.

Traducido por: David Mans

 

Nota del traductor:

Amicus curiae: El amicus curiae (amigo de la corte o amigo del tribunal) es una expresión latina utilizada para referirse a presentaciones realizadas por terceros ajenos a un litigio, que ofrecen voluntariamente su opinión frente a algún punto de derecho u otro aspecto relacionado, para colaborar con el tribunal en la resolución de la materia objeto del proceso.

1 Comment

  1. Omar Elías Valenzuela Escobar on June 3, 2017 at 11:09 AM

    Son varios testimonios de vida o experiencias, son personas de mucho coraje, admiro el valor de ser Trans, estar en la transcisión, ser gay, lesbiana, etc. Solo que hay leer las historias cada vez me doy más cuenta que pese a todos los avances, la sociedad y la Iglesia SUD y otras persisten en su rechazo, su doble discurso me enfurece

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