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No voy a fingir, soy mormona y queer

Blaire Ostler

December 5, 2018

Blaire Ostler

Por Blaire Ostler

Hola, soy Blaire Ostler. Soy mormona, nacida y criada. Vengo de nueve generaciones de pioneros mormones. A menudo bromeo que si hay un gen mormón, lo tengo. También tengo una variante genéntica de género, soy género fluido y pansexual, pero la mayor parte del tiempo me refiero a mí misma como queer. Si hay un gen queer, entonces estoy bastante segura que lo tengo también.

Noté por primera vez que me atraían las mujeres durante la pubertad. Honestamente no pensé mucho en eso porque también me atraían los hombres. En mi mente joven, pensé que todos se sentían atraídos por las mujeres. Pensé que era normal hasta que me dijeron lo contrario. Al crecer, escuché a familiares, compañeros y amigos usar la palabra queer de manera despectiva. Para mí, era fácil fingir que esos comentarios homofóbicos no eran para mí porque a mí también me gustaban los hombres. Seguramente, no era «realmente gay». En retrospectiva, es más fácil ver cómo no incluirme bajo el paraguas queer era una forma de protegerme del rechazo por parte de quienes más amaba. No fue hasta que llegué a la edad adulta que incluso acepté la etiqueta «bisexual» para describir mi orientación sexual.

La lucha constante de la persona bisexual, al menos en mi caso, es que nunca sientes que perteneces a ningún lado. Nunca soy lo suficientemente gay ni tampoco soy lo suficientemente heterosexual. Estaba claro que no era como las otras chicas heterosexuales con las que constantemente me rodeaba, pero al mismo tiempo, sentía que tampoco pertenecía a la comunidad LGBTQ+. Era lo bastante homosexual como para sentir el rechazo social, el aislamiento y la desesperanza que conlleva ser gay, pero al mismo tiempo, mi atracción por los hombres me excluía de la comunidad queer. Desde la perspectiva de la comunidad heterosexual, solo estaba buscando atención, confundida, o pasando por una fase. Desde la perspectiva de la comunidad queer, me estaba engañando y temía enfrentar el hecho de que era innegablemente y exclusivamente homosexual.

Me ha llevado años sentirme cómoda en mi identidad como una mujer queer. La verdad es que soy gay, soy heterosexual y soy todo lo que hay en el medio. En lugar de percibirme como una identidad insuficiente, comencé a considerarme suficiente, independientemente de mi identidad. Pertenezco a la comunidad heterosexual, y pertenezco a la comunidad queer. Elegir un lado sería auto engañoso.

Para mí, mi orientación sexual y mi mormonismo son paralelos en mis luchas como una mujer bisexual. Me he sentido atraída entre dos comunidades que amo profundamente, al escuchar las mismas voces que exigen: «¡Elige un lado! ¡Elige un bando! No puedes ser mormón y queer». La verdad es que no puedo negar mi identidad, motivación y creencias mormonas más de lo que podría negar que me atraen los múltiples géneros. Ambas identidades, mormón y queer, son parte de mí y tampoco tengo intención de renunciar a ellas.

Aun así, me estoy retirando de la comunidad SUD. Como mujer y feminista, me siento excluida, marginada y descuidada dentro de una organización patriarcal. No solo sufro discriminación debido a mi orientación sexual, sino también a mi género. A veces puede parecer que hay obstáculos insuperables que superar para ser incluido como un miembro completo de la comunidad que es digno de participar completamente y conseguir la aceptación. Mi comunidad SUD dice «te amamos», sin embargo, sus acciones, su retórica y sus políticas sugieren lo contrario. ¿Debería su supuesto amor venir con ataques civiles a mi identidad? ¿Puede la cortesía excusar sus acciones e indiferencia? ¿Debería su amor por mí hacerme sentir como si estuviera muriendo? ¿Cómo es posible que eso sea amor? No puedo imaginar que esto sea como el amor se debería sentir. Las palabras «te amamos» se sienten falsas en ese contexto.

A pesar de que mi relación con la Iglesia SUD está en conflicto, me encuentro extrañamente más mormona que nunca. Además del mormonismo como un aspecto esencial de mi identidad, sigo teniendo fe. Todavía encuentro plenitud espiritual en mi mormonismo. Soy mormona y queer. No veo ninguna razón para fingir que soy otra cosa que lo que soy—una hija de Dios queer que encuentra su camino para ser como Ellos.

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